29 de enero de 2017

Los recuerdos del fénix / Aitor Villafranca nos lleva a un angustioso recorrido por los recuerdos y el olvido


Hacía mucho tiempo que no era capaz de leerme un libro. Lo reconozco. Mea culpa. Pero por las circunstancias actuales y mantener el tiempo ocupado decidí tratar de volver a hacerlo. De Aitor Villafranca ya había leído su anterior novela, Cero, pero en esta ocasión me metía de lleno en su primera novela larga: Los recuerdos del fénix (Autoeditado, 2016).

Nos traslada hasta una ciudad sin memoria donde vive Caín. Una plaga de origen desconocido ha erradicado los recuerdos de la población. No sólo se conforma con ello si no que cada cierto tiempo vuelven a desaparecer, como si fueran unas especies de crisis que les obligan a vivir de nuevo de cero, ¿Cómo consiguen sobrevivir a esta situación? Guardando recuerdos, fotos, textos a los que aferrarse.



Bajo esta premisa nos encontramos en un mundo donde da la sensación es que todo está perdido. Incluso aquellos que tienen referencias de recuerdos pasados se encuentran con una situación particular y los más desesperados deciden acabar en alguna secta en la que adoran el olvido para poder sobrevivir mejor. 

Los recuerdos del fénix se divide en una doble línea temporada, aunque en realidad habla de la misma historia pero desde dos momentos diferentes. O como ver la caótica sociedad actual en la que vive Caín y como era todo antes de la plaga cuando Gabriel vivía feliz sin saber todo lo que le esperaba.

Aunque son casi 600 páginas no se puede decir que sea un libro largo. A medida empiezas a leer tienes la necesidad de seguir haciéndolo, una vez, otra vez, casi sin parar para conocer mucho más sobre Caín, Gabriel y toda la destrucción de un mundo, casi como si fuera un capítulo terrorífico de Black Mirror pero sin incluir las nuevas tecnologías.

Los recuerdos del fénix es un angustioso recorrido por los recuerdos, por las mentiras, por la verdad, donde es casi más importante saber en quien confiar (o si se puede confiar en alguien) y que parece beber algo de esa mítica película llamada Memento. Para amantes de historias que producen miedo, el miedo a una mente inestable y una vida llena de cambios incontrolables y descontrol al que uno debe de acostumbrarse.


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