Tras el último incidente en la playa decidí huir del lugar. Me encerré en casa, descolgué el teléfono, apagué el móvil, me encerré durante unos cuántos días en mí, me daba igual cuántas personas decidieran llamar al telefonillo ni el tiempo que lo hicieran. Ponía la música a todo volumen y ya se cansarían antes o después de llamar.
Si al final la solución la tenía yo mismo de todo lo que estaba pasando no necesitaba a nadie más que a mí mismo para llegar a alguna conclusión. No necesitaba tener voces alrededor, sólo a mí mismo. Apagar todo, desconectar y realmente decirme a mí mismo ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que me pasa? ¿A dónde quiero llegar realmente? Desconexión, únicamente desconexión.