"Faltaban dos minutos para que llegaran las doce horas y por fin, en la pantalla de mi teléfono, aparecerían los dígitos de un nuevo día. Salí, como de costumbre, a sacar la basura bajo una espesa bruma vistiendo un pantalón de chándal y un jersey de lana (sí, ¿Qué pasa?).
Tras lanzar con cautela la bolsa al contenedor -que se cierra súbitamente, como si estuviese diseñado para tragar basura y cortar manos- miré el skyline de Chiclana mientras me preguntaba: ¿Cuántos sueños detrás de cada ventana iluminada?¿Cuánto coño pagarán estos de luz?.
Entonces, justo cuando iba a encenderme un cigarrillo de tabaco rubio (hubiese sido el primero de mi vida) lo vi.
Trazaba una trayectoria noroeste-suroeste y dejaba el más inmenso vacío allí por dónde ya había pasado. No había duda, ese halo de luz, ese foco intenso y circular provenía desde la vecina población de San Fernando.
El círculo -la figura perfecta- se posó en el cielo bajo el que yo estaba y dentro de su destello solo cuatro letras: QBLD.
Corrí a casa. Cambié el pantalón de chándal por un pantalón de pijama y el jersey de lana por una chaqueta americana. No sabía que hacía, estaba nervioso y así me acosté.
Esta mañana entraba el periódico bajo mi puerta (tiene como cuatro centímetros la raja y os podéis imaginar cuanto frío entra) y la portada confirmaba la noticia que esperaba desde la noche anterior: Que Bailen los Demás al Contempopránea.
Desempolvé el sintetizador. QBLD me necesitaba, el #POP me había llamado"