We gonna live our dream 'Cause we're wild and free

Para empezar, claro, porque de nuevo ha habido noches de diversión, de diversión en un lugar lejano según se vea. Todo comenzó en Sullivan donde un grupo de unas ciento veinte personas se reunieron para que un enterrador les llevara al saloon, donde un extraño personaje nos amenazaba con un tema de unas venganzas y demás (que riete tú de entramados políticos y demás), para después dar paso a toda una fiesta en pleno salón de Penitence City... una fiesta donde, SI, había barra libre, lo cual significa que íbamos a beber y beber hasta que aquello pues cerraran el chiringuito, más cuando Budweiser era la cerveza elegida y en botellín (cosa que me hizo muy feliz y que a alguna presenta en la sala le recordó uno de los momentos más bochornos de mi vida en una cena navideña...).

Entraban tan bien, mientras la música inundaba el lugar, nosotros hablábamos, nos reíamos, veíamos a ver quien nos gustaba o dejaba de gustar, competíamos (además con trampas y todo, como de verdad bandidos del oeste), descubrimos que a ratos había más gente fuera que dentro del lugar, y acabamos como se podía ver venir borrachos perdidos haciendo fotos estúpidas, pero riéndonos mucho, que es lo que cuenta, acabamos en las instalaciones de Sullivan de cháchara hasta las tantas de la mañana, incluso alguno quería tirarse a la charca del pueblo que aunque hacía calor, no era para tanto...

Los días en Sullivan pasaron tranquilos, con visitas a Penitence, y a otros lugares, en uno de ellos cogimos el teletransportador y nos fuimos hasta la Polynesia donde a la espera de entrar en un lugar terrorífico -y con una cerveza que había por enmedio- se volvió a confesar cosas, como que una horita estuvimos ahí de charla muy divertida la verdad, tras ello los gritos, sustos, berridos, caidas y golpes involuntarios vinieron de seguido... la verdad es que el tiempo de espero parecía que estábamos en un Diario de Patricia o en todo caso en algún programa de estos de testimonios.

Pasados los gritos, volviendo en nuestro teletransportador -que somos así de modernos -, a Sullivan donde la búsqueda de unos botes para acompañar al alcohol -que a palo seco descubrimos que era bastante asqueroso- fue bastanta odisea, vamos que hubo todo tipo de intentos de conseguirlo, mediante los oficiales, oficiosos y hasta el robo, pero nada, ni por esas y cuando estábamos a punto de abandonar en nuestro intento, aparecia una salvadora en forma de mujer que nos lo consiguió sin quedarse ningún gasto de comisión ni nada.

En un rincón de la charca del lugar empezamos a beber y a jugar a cosas peligrosas, pero que se quedarán en ese pequeño rincón, donde nos dimos cuenta que todo el rato usamos el baño de Cowgirls, porque el de Cowboys no estaba, o estaba escondido y en nuestro estado no éramos capaz de poner a hacer más investigaciones por el pueblo. Eso si dejamos todo limpio antes de volver a nuestra habitación, que no sabemos porque estaba en el City Hall.

¿Para cuando la próxima?, porque yo ya tengo ganas de las confesiones sombrero del oeste puesto encima, sólo falto que sonara algo de RedNex para haber hecho las noches más country dance.

¡Yijaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!