27 de enero de 2011

Pero él se rie de mi > El INEM

"Me partoooo si el 3D se ve igual sin las gafas, ¡Vaya timo tio!"

Ays que bonita es la vida, ¿Eehh?, a la gente la echan a la calle, recortes de plantilla, en tu universidad no has aprendido nada, esos ex novíos que no sabes porque estuviste con ellos, la sanidad, cualquier servicio público, la búsqueda de trabajo... parece que nada funciona bien, ¿Que se puede hacer?, tomárselo todo con mucho sentido del humor, digerirlo y seguir adelante. Inauguramos nueva sección: Pero él se rie de mi, tomado el nombre de una canción doble, interpretada por Ellos y Viva las Vegas para el recopilatorio De Benidorm a Benicassim.




Aquí vamos a reirnos de todo lo que queráis y que quiera, si, este es un lugar por si alguno quiere expresar su desconforme de manera irónica, divertida, con una sonrisa para reirnos de esas desgracias humanas que sufrimos, podréis hacerlo. Tan sólo mandarme un mail con vuestra historia, lo podéis ver en la columna de la derecha. Si queréis con el nombre real, uno falso o uno cachondo, lo que más rabía os de.

Todo esto viene a cuento de mi amiga Morgan que ha ido al INEM y ha vivido una gran aventura que ha relatado a sus amigos, yo he creido conveniente que todo el mundo debería leerlo. Ella ha accedido a su publicación. Seguro que os váis a sentir identificados, a la par que reir: la realidad supera a la ficción:   


     Hoy he ido al INEM por primera vez en mi vida y tengo la urgente necesidad de escribir sobre esto. Nunca he sido de escribir mi vida, porque no es interesante para nadie, me aburre hasta a mi, pero tengo verdadero interés científico en escribir sobre mi célebre visita. Quiero aclarar sin embargo, que para mi sorpresa no hay odio, ni miedo, sólo fascinación. Sigo con la misma cara de imbécil que se me quedó según crucé la puerta de esa oficina y se abrió ante mi un mundo del que había oído hablar en historias lejanas, ajenas casi, de casos de “A mi no me pasará”, “Eso es imposible, tuvo que ser un error”: el mundo de la Administración. Aviso a navegantes, esto es una gili-parida y no me hago responsable de las estupideces que escriba a partir de este punto. No me juzguéis muy severamente, que estoy en paro, hombre.

     Pues yo nací en… vale no, pero va a ser parecido. Me levanté por la mañana totalmente grogui pero resuelta a solicitar mi pasta al paro. Aquí se plantea el primer tema. Vocabulario. Lo que de toda la vida he conocido como “cobrar el paro”, obviamente no se llama así. Se llama ¿Prestación de desempleo? ¡Casi! Se llama, atención niños y niñas, “Prestación contributiva, protección por desempleo”. Mi primer descubrimiento, qué bonito. Alguien me protege, nada más y nada menos que el Estado. Qué delicadeza, qué atención. Con verdadera emoción y como una niña en su primer día de cole, me dirigí a la oficina del INEM, a escasas 5 manzanas, ya mentalizada de lo siguiente:

A) Tú tranquila, esto es como ir a urgencias, es decir, se sabe cuando se entra pero no cuando se sale;
B) Total, hoy no tengo clase, no tengo ninguna tarea urgente;
C) Lo más que podría hacer esta mañana sería acompañar a los jubilados en alguna obra y aprender cómo se grita “¡Pero pon más masa, niiiiño, qué así no te saaale!”… un momento... ya no hay obras. Vaya, pobres jubilados.

     Con mi carpeta roja nueva regalada por mis compis de mi ex- empresa me presento en la oficina, llevando conmigo toda la documentación que me van a solicitar porque soy listísima y la noche anterior conseguí encontrar entre todos los formularios, las instrucciones para dummies de qué es lo que hay que llevar. A ver, en la sección de “Tiene usted 3 hijos o más”, no. En la de “Ha tenido algún elefante macho en las noches  violetas de otoño”, no. En la de “Es usted una pringada más, normal y aburrida sin nada de valor que podamos robarle primero” ¡Ésta, ésta es! Pues nada, allá voy. Fotocopias... si, certificados... si, golondrino de hace ni 5 ni 7 días, sino de 6 y todo lo contrario... si. Qué profesional, chúpate esa, burocracia. Hincho el pecho, abro la sonrisa y abro la puerta para entrar.

Prrrfffffffffff...me deshincho. Primera visión: las paredes son un amasijo de papeles con ofertas, cursos, carteles de qué, cómo y cuándo se hacen unas cosas u otras. ¡Coño! ¡La tumba de Akenatón! Espera, no, a ver, céntrate. Otros carteles dejan entrever lo inteligentes que somos los ciudadanos en estas lides, indicando con fórmulas “amables”, esto es, letras gigantes, subrayados fosforitos, negritas, exclamaciones y repeticiones, toda clase de mensajes. Desde el “Señorita, no me pise lo fregado, que luego tengo que volver a pasar la mopa”, al “Si tenemos en cuenta la raíz cuadrada de la base contributiva en los días par e impar, en consonancia con las últimas aportaciones a la Seguridad Social, llegaremos a la lógica conclusión de cajón de los Rodriguez de toda la vida, de que no es igual a la parte proporcional de lo concursado en el ejercicio anterior entre el año 2007-2010, tras lo publicado en el BOE 12-235987 de 1986. Que parece usted tonto,
caramba”. Sssstupendo. Aquí es donde se me pone cara de imbécil ya para toda la vida y me hago a un lado de lo que parece ser la primera de las 5 colas que hay en esa planta de la oficina, para poder mirar a mi alrededor con calma y recuperar, con fascinación, el control sobre quién soy, a qué venía yo, y qué narices quería. 

     Venga va, que no punda el pánico… digo...
- Disculpe, ¿Está para la cola? - me pregunta un señor, con el final de la cola a cinco
metros de mi, en un ángulo totalmente ajeno a donde yo me encontraba.
- *Gruñido neardental* ¿Heh? Ah. No, no, gracias. - Continuo con mi barrido visual de la
zona, intentando identificar dónde se hace lo mío.
- ¿Estás en la cola? - me pregunta una mujer con cara mucho más decidida que la mía.
- No, no…
- ¿Sabes dónde -insertar aquí cosa administrativa que no sé ni lo que es-?
- No lo sé, pregunte en esa mesa, - señalo al azar la primera que veo.

Hora de moverse, que se me ha puesto sin quererlo cara de señorita de información. Espera, ¿no era cara de imbécil? Estoy confusa. Adopto el modo videojuego de aventura gráfica, que consiste en ir investigando cada rincón del escenario hasta que algo brilla, bota o te habla. Lo de hablar ya lo habría probado y no había funcionado. Lo de botar, hum...estuve tentada de empezar a hacerlo yo cantando “Bote el que no se entere, bote el que no se entere, ¡Eh!, ¡Eh!”, pero no vi a la gente muy animada. Y entonces, entre tanto buen espíritu y energía mañaneros, lo vi. No brillaba, pero por un momento se iluminó como si fuera el cáliz sagrado perdido. Era una media columna, que tenía tres mágicos botones, situada entre dos mesas y un tabique de coña, lleno cómo no, de más papeles y posters. Un botón indicaba algo sobre información, otro indicaba la solicitud de la prestación que venía a buscar y el otro decía algo incomprensible que ya ni recuerdo. Los botones iban por colores, nada más y nada menos. Qué genios, qué intelecto, ¡qué bien! Pulso el mío y me sale un tíquet: B378. Chachi. 

Otro desafío. Todos los letreros luminosos que indican el turno de toda la planta o empiezan por la letra A o la letra C. Esto es de coña ¿verdad? No pasa nada, si ellos dicen que existe, es que existe. Otro momento de luz súbita sobre un cartel que parece mínimamente relacionado con lo mío. Sí, os confirmo que ir a hacer estas cosas sin haber desayunado provoca alucinaciones y deslumbramientos. La falta de glucosa, fijo. Sigo un pasillo de techo bajo y llego a una sala llena de letreros A, C y ¡B! ¡Y van por el número B357! Qué bieeeeeen UN MOMENTO… Ay dios. Bueno, no pasa nada, que vengo preparada con mi libro. Si no me quedo dormida y la cosa va ligera igual me atienden hoy y todo. Después de un rato sentada, porque oh si, incluso pude sentarme, veo que una de las funcionarias de las 10 mesas, se pone el abrigo y se va. Claro, a desayunar, pienso yo, lo normal a las 9.45 de la mañana. Que no sé para qué narices abren a las 9 si luego
se van, pero bueno, tampoco es cuestión de ponerse nazis, que todo el mundo tiene derecho a desayunar. Esta buena mujer, de unos 200 años y pequeñita, quiero pensar que se perdió en el viaje de vuelta, porque volvió a su puesto después de 1h y 5 minutos, con su abrigo y bufanda bien colocaditos. El resto de compañeros trabajaban a su ritmo, pero seguían haciendo su cosas y atendiendo a más gente. Esta es la lista, seguro. Y seguro que me toca, es que lo estoy viendo.

Que poco me gusta tener razón algunas veces. Me tocó. Allá voy a la mesa con toda mi calma, paciencia y sonrisa, y un buenos días de presentación. Aparece un tipo a mi izquierda cuando ya estaba sentada, diciendo un poco nervioso pero sin alterarse que su número iba antes que el mío. Se pasan 3 minutos discutiendo mientras yo observo y tomo nota con mi libreta y mi casco de explorador inglés. Las razones de ella: que hay que estar más atento, que espera 10 segundos y si no viene nadie pasa al siguiente. A partir de ahora, a nuestra querida señora la llamaremos la caga-prisas. Razones de él: mire, el cartel luminoso del turno no se ve nada, ¿puede ser que no se haya mostrado el número, puede ocurrir eso? Me solidaricé con él enseguida, porque también sufrí semejante cartelón luminoso. No tenía sonido cuando pasaba número como en otras oficinas, y los números pasaban de repente, dentro del abanico de letras A,B,C. En definitiva, tenías que estar mirando continuamente el dichoso letrerito y en los 30 minutos que hacías ahí fácilmente, tu retina ya no sabía si esos puntitos rojos eran números o si en realidad era el reloj del horno microondas. Con razón la gente se agolpaba en la entrada a la zona de mesas cuando se encontraban a 3 números del suyo, preparados
para salir como Marion Jones. 

Por fin me atiende nuestra bella caga-prisas y descubro, que utiliza el ratón del ordenador con dos manos. Espera, que igual no lo he dejado claro. Con dos manos. Fascinación. Horror. Con la mano derecha mueve el ratón, con el dedo índice de la mano izquierda pulsa el botón de click. Compruebo además que el método se complementa con una coreografía digna de los mejores teatros rusos de ballet. Mantiene el ratón a la derecha del teclado, como todo hijo de vecino diestro, pero cuando tiene que hacer click, lo mueve a la izquierda, todo el ratón y todo su cable, hasta colocarlo frente al teclado, donde el dedo de la mano izquierda hace su función de ET mi casa hacia abajo. Lo retira, eso sí, cuando tiene que teclear algo, no mezclemos las cosas y pongamos un poco de orden. Y así continua, movimiento a la derecha, tecleo, movimiento a la izquierda, hago click, plié, relevé y developpé. Bravo chicas.

- “Te tienes que dar de alta”.
- ¿Eh, qué, como?
- Te tienes que dar de alta como solicitante de empleo, pregunta en la mesa de la entrada
y luego vuelves, me quedo con esto y luego te atiendo aunque claro, tendrás que hacer
cola porque si no se me echa la gente encima.
- …

     Si ya sabía yo que no me iba a ir de rositas. Voy a la cola de darse de alta. Me toca el número 71, van por el 52. No pasa nada. Como sigo siendo muy lista, cojo ya número para volver con mi querida caga-prisas, total me da tiempo de sobra. La que me da de alta me pregunta qué he hecho con mi vida en general y listo, me da el famoso papelito que me tendrán que sellar en el futuro. Qué triste queda eso de “administrativo”. Yo, salvando a centenares de empleados todos los días con mis propias manos...bueno, no, pero algo más he hecho. Digo yo. Tanta movida para semejante piltrafa de papel mal hecho, lo voy a tener que guardar en una caja fuerte, porque de aquí a abril se desintegra fijo. Vuelvo a la “zonaB” al reencuentro con Paulova. Me toca el B448, van por el B396. Me entra la risa nerviosa y pienso. Sí, pienso por una vez correctamente. ¿Y si me voy a desayunar? Dicho y hecho, me voy a una de las cafeterías de al lado y me pido cafetito y una tostada mmmmmmmm. Tienen puesto Discovery Channel en la tele con el programa “Men vs. Wild” o mejor conocido como el hombre “behind the musgo”. Las 5 veces que me doy la vuelta para ver qué hace el hombre este, compruebo que se está comiendo algo que no se comería ni el iluminado al que se le ocurrió echarle mano a un marisco por primera vez en su vida. Un guarro, vamos.

15 minutos después vuelvo y van por el B421. Ánimo. Noto cómo mis impuestos se queman y gritan en agonía. ¿Seguro que lo del café era azúcar? Me toca por fin, pero con otra señorita. Con la cara iluminada por la esperanza, le comento que mi documentación la tiene “La compañera de la mesa 5”, pensando que iría allí, le pediría los 4 papeles con los que se quedó y seguiría atendiéndome. Y entonces caí. Error, tremendo error. En la administración la primera regla es la de “maricón el último”. Si es tu problema, no es el mío. Qué falta de reflejos, que fallo mortal. Me manda con Paulova, que estaba atendiendo a un chaval, y lo siguió atendiendo 20 minutos más. *Suspiro**Suspiro**Columna que debe ser sujetada por mi**Suspiro*

Termina con el chaval, que se va con cara de confundido. Lo sé, hijo, lo sé, pienso yo. Le tiendo el papel a caga-prisas, que deja a su derecha y no vuelve a tocar nunca más en la vida. Seguro que se desintegran, y ellos lo saben. Vuelve con su ballet habitual, izquierda derecha, imprimo, me levanto, fotocopio y vuelvo. Hermoso. No tengo cartelito, pero le pondría un 7.5 como en los Juegos Olímpicos.

Finalmente, me farfulla cosas, letras y números. Entonces serían 1095… que se... Hgghsdjhfg...tantos meses...fgfgffssss...y ya está. ¡Es prima de Ozores! Le habría dado un abrazo, pero se me habría escurrido incluso a mí, era muy pequeñita la mujer. Tuve que pedir tres veces, con amor y cariño, cuánto tiempo tenía de paro y cuánto iba a cobrar. A la tercera pude enterarme. ¿No tienes ahí el folleto? Ah, el folleto ese que no entiende nadie pero que es muy bonito, sí, aquí lo tengo. Me explica que como son 1095, días supongo, porque en ningún momento especifica a qué se refiere. ¿Kilos, millas, gamusinos? ¡Anda y si resulta que me regalan gamusinos y yo sin saberlo! No, no, volvamos al asunto. Como es eso, son 360 días de paro. Ah genial y cuánto cobraré. Ah no, eso ya te lo enviamos en una carta a tu domicilio a principios de febrero porque eso hay que calcularlo.
... 
Pues eso, el que se aburre es porque quiere, oiga.


Si la vida no es facil, pero es que hacen las cosas difíciles para que después podamos conntarlo por ahí. Espero veros pronto por aquí con otra nueva historia. Ella ha sido la primera invitada pero cualquiera, incluido yo mismo podemos ser el siguiente.


Agradecimientos a Morgan por permitirme exponer esta pequeña joya humorística basada en hechos reales y por todas las batallas vividas juntos.

5 comentarios:

  1. Es verdad, muchas veces nos complican la vida a lo tonto con papeles y más papeles, y ahora vete para allí y esto te lo hacen en la quinta planta y la frase que cada vez que la escucho me dan ganas de volverme loca y arrasar con todo: "es que el ordenador no me deja".

    En fin, al menos Morgan salió de allí con su objetivo cumplido, lo que no es poco. Y está bien tomarse las cosas con humor, así todo va mejor :)

    Saludos!

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  2. Poci, las cosas de palacio van despacio y de colas está el mundo de la burocracia lleno. Las colas elefantiásticas no las puedo ni ver por culpa de un ex que tuve, para evitar esperas innecesarias pueden sacar el abono transporte ya mismo.

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  3. Me encanta lo de entrar en modo videojuego!. Sólo he ido al INEM para sacar la "tarjeta del paro" para cursos y poco mas, nunca he tenido que vérmelas con el INEMigo...

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  4. Con humor la vida es más facil, ya se ve. Estas experiencias son no sólo para vivirlas, sino también para compartirlas, y si es con humor mejor que mejor.

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  5. como me he podido reir, porq es absolutamente increible q esto pase...pero pasa...si no, el pais no iria como va...esta claro... ¡¡Animo!!

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