Ella se encontraba enmedio de esa fiesta. Había perdido a sus amigos, pero lo peor es que ella misma estaba perdida. La gente a su alrededor disfrutaba de todo el espectáculo que se había montado. Ella sólo podía estar parada, mirando a un punto fijo, casi pensando que esa sensación le iba a salvar.
No iba a ser así. Siempre se había visto como la chica perfecta, a la que todo le salía bien, todos la querían. Pero era mentira, no era tan perfecta como siempre se había creído que lo era. Y por sus imperfecciones se había estado castigando: día tras día, noche tras noche... se levantaba con esa idea en la cabeza. Había pasado de ser una buena persona a que ella misma se considerara una especie de extraño ser.
¿Por qué? ¿En qué se había convertido? Ni ella misma lo sabía. Aquel punto fijo de la pared seguía siendo su refugio, mientras por la cabeza le seguían pasando una gran cantidad de ideas.
-Elena, ¿Estás bien?
Volvió aparentemente a la realidad tras el codazo de uno de sus amigos. Regresaron a su esquina a seguir bebiendo pero ¿Elena estaba entre ellos? ¿Quizás la habían perdido? Sólo Elena lo sabía.
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