No sabíamos a donde íbamos, sólo que era en el Matadero, que había que conseguir invitación y que se llamaba La fiesta de la luz. Lo patrocinaba una marca de móviles, pero eso era lo de menos: no hacían sorteos y no había publicidad en el espectáculo de la marca en cuestión -bueno, si, el sonido de un movil bastante significativo y algún cartel, pero ya está-.
La sala no era muy grande -y la entrada al Matadero es tan mal rollera y acorde a su nombre y lo que fue en antaño- organizada con mesas donde había unas copas de cava. Éramos acomodados por un hombre que podría haber sido sacado del Pasaje del Terror por esa mirada que tenía acojonante, por mucho cuerpo que tuviera.
Las copas de cava que estaban vacías, las llena una camarera que podía haber sido sacada del musical de Cabaret. Lo que no sabíamos es que nos lo iban a rellenar alguna vez más.
Un hombre sale a escena y es nuestro anfitrión, le acompaña una orquesta y un DJ que pinchaba prevíamente a comenzar. Sale más gente que algo tendrán que hacer en todo esto, ¿Serán bailarines?, ¿Actores?, ¿Que serán?
La escena de repente se transporta al centro del lugar: una cuerda y una mujer bailando con ella, haciendo figuras en el aire y dejándonos asombrados de la capacidad que tenía para poder hacer todo eso y no quedarse en el intento.
Vuelta al escenario donde, sin darnos cuenta, se preparaba un mago con un estilo a lo Jack Sparrow que con unas bolas extraidas mágicamente de un cuenca de agua se multiplican y reducen de la misma manera tan rápida.
Nos sorprende un chico que hace beat box, y que juega entre el público. Aunque para juego con el público cuando el anfitrión dice que va a fingir gemidos orgásmicos con el público... en ese momento hemos entendido porque nuestras copas de cava siempre están rellenas, porque debemos llevar unas tres o cuatro en este instante. ¿Adivinaís encima de quien se sienta?, si, yo mismo.
Un número donde All that Jazz, de la última versión cinematográfica de Chicago, es el protagonista con cinco chicas vestidas para la ocasión y unas sillas para hacerse el número coreográficos
Una contorsionista se pone a retorcerse de todas las maneras posibles: primero lo hace en solitario, después en duo y acaba haciendo un trío sobre el escenario. En algunos momentos uno no puede evitar que le de cosilla y hasta que tenga que apartar los ojos por miedo a que se quede en el sitio en uno de esos momentos.
Las copas vacías no tardaban mucho en llenarse. Tan poco y tanta confianza alcanzaron algunos con la camarera que tras caerse un poco de cava, nos puso a todos en la frente para evitar que tuviéramos mala suerte.
Todos nos enamoramos del que jugaba con las pelotas, el sombrero, la corbata... aunque la realidad es que queríamos que jugara con nuestras pelotas, que nos quitara el sombrero, la corbata y ponernos a cuatro patas. Uys que me he pasado en este momento.
Una cantante con preciosa voz, Dominique creo que era, cantó una canción que nos dejó a todos impresionados.
Más números musicales, contorsionismo y unas cuantos trucos de magía más hasta que llegaba el fin del show con todos sobre el escenario diciéndonos adios.
Salimos de allí con la sensación de haber salido de un cabaret peculiar, con ocho copas de cava en el cuerpo y si hacía frío en la calle, creo que ya no era importante.
Esuchando: Teatro del dolor - Fangoria
Agradecimientos a Alex por llevarnos a estas cosas gratis de vez en cuando como si fuéramos con él de excursión con el colegio.
Agradecimientos a Alex por llevarnos a estas cosas gratis de vez en cuando como si fuéramos con él de excursión con el colegio.
Que guay!!Cuantas fotos hiciste, no??
ResponderEliminarVivan los eventos gratis!!!
Jajaja, me he tenido que reír en voz alta con la descripción del que jugaba con el sombrero. Claro que sí, hay que emocionarse escribiendo :P
ResponderEliminarque planazo y que fotos más chulas hiciste.
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