12 de mayo de 2013

Y en ese momento juro... Somos infinitos


Utilizar la ironía es una buena forma de empezar. Siempre escuchaba eso de "las pequeñas cosas, eso es lo más importante", llevamos esperando siempre la gran suerte, ese gran momento, el gran salto mortal y mientras tanto nos pasan cosas geniales que quizás en algunos momentos no somos capaces de disfrutar.

Algunos de mis amigos, un par de ellos de los buenos de los que quieres conservar, me han hecho pequeños (grandes) regalos que andan alguno en las paredes de mi casa, otros guardado con mucho cariño junto a los libros y que sabes que han tenido que invertir su tiempo en la realización de los mismos. Empaquetarlos y entregártelos, con sonrisas amplias y cara de "Espero que te guste". No puedo más que agradecer estas cosas, es como escribir una carta, a mano, incluso ya a día de hoy escribir mails donde contarse la vida es algo que en pocas ocasiones aparece. Son algunas cosas que hay que conservar y que suceden con pocas personas que sabes que siempre están ahí.


Después gente que llegaba a tu vida de forma casual, conociendo su música, te acaba pasando un disco nada más terminarlo de grabar, vaya lo que es el máster para poder escucharlo tranquilamente mientras él se dedicaba a echar proposiciones, decentes, a las discográficas además trabajándose los CD para dar una buena impresión... Tener la suerte de que en poco tiempo alguien diga "¡Aquí hay talento!" y estemos a unos días, pasados ya unos ochos meses, a punto de publicarse en una discográfica importante española.

Con las vueltas de la vida conocí a un chico que escribe, sobre todo, para teatro y que también me ha ido pasando los textos a medida que los hacía. He tenido la suerte de acabar viendo algunos de esos montajes en directo y la suerte de haber vivido el proceso casi desde el principio de su planteamiento. Poniendo pegas, viendo que puntos mejorar... pero siempre con una base tan buena que la cosa sólo podía ir a mejor. Y todo lo que le queda por camino, que es mucho y muy interesante.

De nuevo de forma casual acabé conociendo a otro chico que es un talento componiendo y con el que recuerdo haberme reunido me reuní junto al río con su móvil y sus cascos grandes para disfrutar de cada canción y la explicación de las mismas. Nunca he conocido a alguien tan emocionado hablando de música, con todas sus sensaciones, lo que quería, lo que buscaba, las referencias... queriendo compartir todo ello. Mientras tomábamos cerveza tranquilamente. Un pequeño placer de una tarde de verano.


Y todo esto viene porque este fin de semana me dejaron leer, afortunado uno, ese libro recién terminado de un amigo, aunque creo que llegado a este punto se puede decir que buen amigo. Casi trece años ha tardado en escribir su primera novela pero la verdad es que ha sido algo precioso. De primeras porque con esa persona siempre he pensado que éramos bastante parecidos, incluso antes que él me conociera. Al final nuestros caminos se unieron, de alguna forma conseguí que su camino se uniera con otras personas interesantes que ahora forman parte de su vida y al final ha habido unos cuántos enlaces bastante curiosos.

Es todo un honor, a la vez que miedo, el hacer esto: enfrentarte a una obra que una persona lleva preparando año y estar abierto a que te guste, a que no, a que te pueda horrorizar... aunque sabes que conociéndole sería algo extraño. Comienzas la novela y comienza el disfrute por todo tipo de paisajes, los de verdad y los emocionales, alrededor de un personaje de sus vivencias, lugares, momentos. A toda velocidad te engancha hasta llegar a la palabra fin.


Entonces entiendes que ese honor además es un auténtico placer, que la novela ahora tiene un nuevo rumbo hasta que sea publicada. Porque así va a ser, lo único es que "todavía" no lo está. Ni más ni menos, pero lo estará. Lo sé.

Y este momento de leer la novela ha sido todo un gran disfrute lleno de emociones para su autor, y que me hicieron salir de casa para hablar con algún otro afortunado lector como si hubiéramos salido de ese concierto mítico de subidón.

Al final es mentira las pequeñas cosas sin importancia, son grandes cosas importantes. Al menos para mí.



Momento como éste que representa el instante en el que dices "sí, quiero a estas personas en mi vida"

“Ese momento en el que sabes que no eres una triste historia. Estás vivo. Y ves las luces en los edificios, todo lo que te hace preguntarte y estás escuchando esa canción con la gente que más quieres… Y en ese momento juro… Somos infinitos”


Dedicada a Lleonard Pler

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