Si hay algo que no se puede explicar en esta vida es el amor. Éste puede aparecer de muchas formas, como decían en Love Actually, que no tienen porque ser las más decorosa y aunque Interstellar de Christopher Nolan es una gran aventura espacial, en realidad, es una oda al amor, con una reflexión sobre el tiempo, las personas y todo con un precioso, impactante y maravilloso paisaje espacial.
La Tierra, en un tiempo más bien tirando a un presente-futuro pero con algún toque de pasado, se encuentra cada vez más al límite. Se deben de buscar nuevas vías para poder solucionar estos problemas. Un pequeño grupo de personas valientes se enfrentan a buscar soluciones.
Con esta excusa que les llevará a un viaje incierto lleno de preciosas imágenes, de silencios en el espacio, y de reacciones ante la toma de decisiones veremos como el amor se vuelve el único motor de búsqueda, quedando por encima de la tecnología y el lenguaje técnico.
Ese amor puede ser de padre con hijo, otras veces es romántico, de amistad, la propia autoestima, el amor al ser humano... o un amor egoísta. Diferentes variantes que hacen que actuemos de una forma u otra... hasta el desprenderse de lo que más le importa a uno por el resto.
No es Gravity, que habla de personas que tienen que luchar por si mismas y para ellas, pero ni falta que le hace. Matthew McConaughey es un "Quién le ha visto y quién le ve" y Anna Hateway se mete de lleno en el drama, como ya hizo en Amor y otras drogas, aunque en mi recuerdo siempre está Princesa por Sorpresa.
Casi tres horas que se acaban pasando rápido dentro de un mundo espacial lleno de amor, como el del videoclip de Si tú te vas (Magnífica Desolación) de La Habitación Roja. Dejando un buen poso, porque en Interstellar la máxima es: Cuando no queda nada, siempre queda algo: el amor.
Gracias a Jorge por recomendarme verla antes que [REC]4 que, por cierto, no merece nada la pena. Siempre podéis rescatar la divertida [REC]3 Génesis.
Bonus Track: Crítica de Alex Pler en Sombras de Neón
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