Llega el verano, el calor, la gente en manga corta y casi podemos decir que cambia el carácter de la humanidad. A mi también, estuve en la playa, tomando el sol, tirado en la toalla, sintiendo como el solecito me daba en la espalda y casi acariciaba la piel la brisa que de vez en cuando llegaba. Me estuve leyendo un libro interesante, viendo pasear a la gente, esos cuerpazos que nunca sabes donde es esconden en invierno, y tomando unas cúantas, demasiadas, cervezas. Todo un disfrute en la más absoluta soledad y tranquilidad.
Pero algo pasó al caer la noche en aquel lugar, con la mirada fija en el agua. Me levanté dejando todo allí como si fuera a volver en unos minutos. Me metí en el agua, empezé a bucear y desee quedarme hundido bajo el agua... no me importó no volver salir a respirar. Y así me quedé durante minutos. Hasta que simplemente dejé de sentir.