7 de marzo de 2017

Mi primer día de Zumba (Chispas)


Siempre hay una primera vez para todo y os puedo asegurar que hay cosas que seguramente un día dijiste "Esto nunca lo haría" y ¡Zasca! ahí estás haciéndolo. Era un martes cualquiera en el gimnasio y estaba yo todo feliz en la cinta mientras imitaba a Madonna en la The Confessions Tour, que si de repente te vienes arriba y te mueves al ritmo de las caderas de la ambición rubia... cuando se te ocurre mirar los horarios de las clases y descubres que en cinco minutos comienzo la clase de Zumba. Dudas, sientes inseguridad y dices "Venga, Fernando, hazlo, por eso te apuntaste para hacer cosas con gente y no en estas máquinas".




Cuando te bajas de la maquina todo decidido para ir a Zumba

Te bajas de la máquina todo seguro y vas andando a cámara lenta camino de la sala donde es la clase. Allí ya hay mucha gente y parecen habituales del lugar. Entras, fichas como si estuvieras en un trabajo... en un trabajo de los que fichas. Primero te colocas en el centro de la sala pero a medida que esperas piensas que es mejor en un lateral, es tu primer día y vas a tener que habituarte, no sabes que te vas a encontrar, ¡Es como el pasaje del terror! ¿Cuándo llega el monitor?

Los minutos pasan lentos y allí está él. Sí, es un hombre, si está fuertote, sí, es negro. Entonces sube a la tarima y hace la gran pregunta "¿Hay alguien que venga por primera vez?". Y tú levantas la mano... bueno, sólo tú levantas la mano. Es un momento en el que sientes un flashback cuando el día anterior te pasó lo mismo en Pilates ¿Y toda la gente que se está apuntando al gimnasio dónde va? ¿Ya lo han dejado antes de ir ni una sola vez? ¿Van de escondidas a una sesión de madrugada clandestina?

La chica de la primera fila en clase de Zumba. Dramatización de los hechos.

Todo el mundo te mira, sonríes tímidamente y te preparas. Suena la primera canción, no puede ser tan complicado has jugado muchas veces al Just Dance. Craso error, todo el mundo baila y parece que pilotan perfectamente las canciones. En tu cabeza se te pasa que todos los que están allí han sido aspirantes a participar en Fama ¡y a bailar! que se quedaron por el camino.

Te motivas a ti mismo "Nadie nace sabiendo, no pasa nada, tu sigue los pasos del profesor". En cada canción debe haber como cinco rutinas diferentes y van a toda velocidad. Al terminar la primera canción preguntas a la mujer de atrás "¿Cuándo te acabas aprendiendo las coreos?" y te responden "En cinco o seis clases... todos hemos pasado por lo mismo que tú". No te dan una palmada en la espalda pero te ponen esa mirada de "Ains, qué tierno, pobrecillo".

A la quinta canción empiezas a entender a Britney Spears cuando bailaba el Gimme More en la gala de los MTV del 2007 porque te sientes un poco así, hasta con esa risilla nerviosa de "Como ahora me caiga aquí va a ser esto todo un espectáculo", pero no, tú sigues y sigues. Que si ahora movimiento de caderas, que ahora baja el cuerpo, que si haz que te follas al aire... y esto verlo en gente joven, de mediana edad y mayor que se lo están pasando en grande. Es una forma de volver a esa sensación de cuando ibas a clase en el cole, en el insti o en la uni. Al Salir de Clase.

Siguiendo los pasos del profesor

El monitor se levanta la camiseta, puro exhibicionismo, pero puede hacerlo. Es más el público, que es mayoritaríamente femenino, está encantado con este momento, como si fuera en la época que iban a ver a los Back Street Boys en su juventud. Sí, somos cuatro hombres en toda la sala, una minoría.

Hay instantes en los que te sientes como cuando tenías 18 años y salías por Alcorcón porque la música no ha variado en veinte años. El latineo es el mismo, pero claro es la base de la zumba aunque yo propondría una Zumba indie con canciones de La Casa Azul, Ellos, Bravo Fisher!, Miranda! e ir al ritmo... ¡La Revolución Sexual tenía coreo!

Vamos a bailar zumba... Aguanta toda la hora ¡Campeón!

La sala tiene un reloj y en cierto momento crees que es el de la película Saw... "Baila o muere, tú elijes". Termina otra canción, bebes agua y el monitor te pregunta que como te están cuidando y tú dices que bien. La mujer de atrás casi te susurra "Pues aún no han llegado las difíciles..." y tenía razón. La parte final es digna de expertos: salto, giro, palmas, giro de mano lateral, media vuelta, ahora al revés, tres pasitos pa' alante, tres pa' atrás, choca los pechotes que la persona que tengas delante, después salta a la espalda del de tu izquierda y levanta la mano. Se lanza el confeti y fin de la clase.

Ha terminado la hora. Puntualmente. Aplaudes y sientes que sigues vivo... y que tienes ganas de la segunda clase. Ahora es cuando te preguntas, ¿En quién te has convertido? ¿Vas a empezar a poner el móvil a todo volumen en el metro con reghetton? Como diría Iker Jiménez, inquietante.

La verdad está ahí fuera...

Al finalizar la clase tu todo orgulloso se lo comentas a un amigo que te dice: ¿Qué tal se te da? y tu respondes "Una mezcla de sentimientos inexplicable".

2 comentarios:

  1. Jaaaajajajaja. Yo todos los meses digo que lo tengo que dejar, pero me lo paso tan bien. Lo peor de todo es que se te mete el electrolatino en la cabeza.

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    1. Sí, pero parece ser que depende esto mucho del monitor... he ido a una segunda clase en otro horario y nos han puesto Moulin Rouge y Britney Spears. Me ha gustado más jajaja

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