24 de octubre de 2017

[Borque Horror House] Hacer del domingo otra maldición, cruzar con el demonio los semáforos


22 de octubre de 2017 – Una casa cuasi abandonada en un barrio con ambiente playero en algún lugar de Madrid.

Aquella tarde de domingo teníamos una cita. No era una cita con las urnas, ni con una película de Antena 3 de por la tarde, ni siquiera con una persona de Tinder Grindr Chat de Chueca Instagram. Andrés Borque, influencer multimedia que igual pincha, monta una fiesta, actúa canta y pinta, nos invitaba a un evento friki. Quiero decir, muy friki. Mejor dicho, ¡Jodidamente friki! En la que es su nueva casa que se encuentra… pues casi como la dejó el anterior inquilino que pasó a mejor vida. Ya me entendéis. Así comenzó #BorqueHorrorHouse


Todo era un juego inocente. Estábamos citados a las seis de la tarde en la puerta de aquel lugar. Llegar a él parecía una prueba de Escape Room aunque uno usara el Google Maps. El sol golpeaba la nuca y los inquilinos de esta especie de urbanización eran particularmente extraños. Uno estaba con un sillón sentado en plena acera, otra mujer miraba desde la puerta como si estuviera esperando a alguien sin hacerlo. Quizás detalles que entonces pasaban desapercibidos o que no eran más que pequeños instantes de una aburrida tarde de domingo. En el móvil sonaba I will survive pero no en la versión de Gloria Gaynor, no, en la de Hermes House Band. Casi iba haciendo la coreo hasta llegar a la casa de Andrés.

Sólo un chico de blanco, con pinta de chaval joven, esperaba en la puerta. Otras dos personas, que ya había yo descubierto dando vueltas por la urbanización también tenían el mismo destino. Todos los caminos no llevan a Roma, llevan a casa de Andrés. Uno u otro lado, si el del sillón en la calle o la fachada pintada con color pistacho y números romanos para despistar. Y antes de meternos en harina... nos mandó al chino a comprar linternas. Rompiendo el rollo.

Un grupo de incautos engañados para entrar en esta peculiar casa

Cuando ya un nutrido grupo de fans-amigos-gente-guay estuvimos en la puerta, se nos concedió el poder de unas linternas para comenzar la investigación en aquel inóspito sitio. Lo que nos encontramos allí era terrorífico, inquietante, sobrecogedor. [Quitadme a Pedro Piqueras de mi cuerpo ¡SACAMELÓ! ¡SÁCAMELÓ!] cuadros tirados por los suelos, reproductores de vinilo, libros de todo tipo, figuritas, llaves, mucha ropa… todo eso a oscuras y con linternas para sentirnos entre Mulder y Scully y los niños de Stranger Things con unos años más. “No quiero decir nada pero esto es el argumento de una película de terror en toda regla”. 


Si esto lo hubieran tematizado no hubiera parecido más real



Salimos al jardín donde fuimos encerrados a la espera de más de los invitados a lo que bien podría ser una secta satánica, del pop o de lo friki. Entre los elegidos estaban el diseñador Emo Díaz, el cantante Gonzalo Caps (que ha sacado un EP precioso llamado Todos te están esperando), el “te toco de todo y tengo 215 grupos y lo hago todo bien” de Sergio Delgado… y otra serie de personas de las cuales desconocía su existencia, aunque sospecho que alguno usaba nombre falso, pero aquella tarde de domingo nunca supimos que nuestros caminos se unirían y crearían unos lazos tan fuertes en unas pocas horas. Unas misteriosas rocas junto a un árbol que no identifico, ¿Unos ritos de iniciación? ¿Unos caníbales que pasaron por allí? De repente una vecina alzó su mirada en modo "te espío por encima de mi muro"

Hay hasta cola para subir. Y esas muñecas miran muy raro

Dispuestos a seguir descubriendo cuanto de misterio y realidad había en todo ello alguien sacó un álbum de fotos “Esto es un buen filtro de Instagram” dijo alguien que parecía haber salido de San Junípero, la ingenuidad de la siguiente generación reflejada en un álbum de los años 70 donde los “filtros” saltaban automáticamente. 

Unas cervezas, unas patatuelas y un martillo sobre la mesa. Algunos de los invitados habían cogido alguno de los objetos, el más inquietante un abono transporte o una serie de informes que desvelaban los problemas que sufría la persona que hasta hace unos meses estaba entre nosotros. Un par de personas decidieron ser investigadores y acabaron reconstruyendo toda la historia de esta persona, pero ¿Eso qué suena qué es? ¿Por qué está ese ventilador encendido si le habíamos apagado?.

¡BAJAD DE AHÍ! ¡YA!

“Pues yo quiero subir a la buhardilla”, porque nosotros éramos entonces arriesgados. Claro, aunque algunos ya habíamos pasado sobradamente la treintena teníamos ese espíritu adolescente, adultescente lo llaman, que hace que te atraiga ese pequeño puntillo de emoción. Craso error. Los que subieron tuvieron que bajar casi a la misma velocidad y no porque allí hubiera seres extraños vigilantes... pero en una de las habitaciones que había abajo empezó a caer misterioso polvillo desde que estaban subidos. Entonces el techo se vino abajo… No, porque si se hubiera venido abajo  no hubiera sido gracioso y se hubiera perdido una buena parte de una generación. De calidad. De pata negra, nosotros somos de pata negra. Pata negra que no había en la nevera. Abrir aquel lugar, como si esto fuera una aventura gráfica de los 90, no fue una buena idea. El olor que salía de ella, tampoco.

Mary, mira estos trapitos, ¡Baratos! ¡Baratos! ¡Todos a 1€!

Unas muñecas mirabas atentas desde un altillo-armario. Alguien con un bastón las tiró hacia atrás y al rato aparecieron otra vez colocadas. Nadie había subido a colocarlas, sobre todo porque hubiera tenido que pasar por la buhardilla de la que salía arenilla a la planta inferior. Entre los libros que cotilleábamos había uno sobre “Cómo se hacen los niños” que era una cosa realmente extraña de finales de los 70 entre educativa y creepy que te hipnotizaba. En las paredes cuadros de Mafalda, un mapa de algún lugar de España al que le faltaba un trozo porque estaba quemado y una cocina donde abrir la nevera era lo más parecido a visitar el infierno en el que viviría Chicote revisando cocinas de restaurantes.

Algo de paz entre tanta tensión. Borque cantando algunas canciones acompañado de SED
Cervezas, más cervezas, asignando a dos que eran pareja pero no… y entre tanta tentación a la maldición, un concierto acústico de Borque acompañado por su alma gemela musical, Sergio a la guitarra, donde nos cantó sus tres singles Harto, Obsex y Guardianes Poderosos entre mezclados con alguna canción no publicada, VHS, o alguna inédita, Vas a volver que ha compuesto junto con Felipe Olaya, y dos versiones de canciones maravillosas como Ya te lo decía yo de Jero Romero, Si esto es fe del musical La Llamada o el Jo Mai Mai de Joan Dausá incluida en la (cuqui) película de Barcelona Nit d’estiu. Acabó con un segundo mercadillo, muy de sábado por la mañana en cualquier pueblo de la montaña de la comunidad, con ofertas en discos, camisetas, preservativos. Había un momento que no sabías si era él o un yonqui con riñonera que había robado la caja y estaba haciendo su propio crowdfunding

Momento "te voy a chivar la letra de nuestra canción por si no te las sabes"

Nadie sabía que esto no era el final porque aún quedaba descubrir cómo algunos armarios estaban intercomunicados o había cigarrillos apagados en algunas paredes. Un martillo. Un pasillo. Una persona con mucha mala leche interior. Y llegó la paz. El ventilador seguía encendiéndose solo, en el baño aparecieron algunas pintadas en el cristal que todo el mundo había negado a hacer y mientras, alguno que otro gracioso, decidió seguir asustando a los allí presentes que ya habían asumido que algo raro estaba pasando. La sección investigadora siguió recabando datos de la persona: cuando se había ido de la casa, si había regresado, ¿Por qué había gafas con las patillas rotas? Unos dijeron que por que le faltaba una oreja. Pero, ¿Por qué eran de diferente oreja?

"Mirad, aquí tengo bragas, calzoncillos, suspensorios... condones... ¡de to'!"

Unas luces se apagaron. La puerta dio un golpe. Alguien se había ido. Falsa alarma. Debíamos salir de allí… a comprar más bebida porque, como en una buena película de terror, la gente bebe y como como si no hubiera un mañana. La orgía vino después y algunos nos la debimos perder porque nos fuimos a comprar más cosas al chino que aquel día también cambió su vida por todo lo que habían invertido en él.

Este chico anónimo no superó que no llegara a la final de Operación Triunfo. Salió relajado.

9 pizzas medianas. Unos inquietantes códigos de descuento que no parecían funcionar. Una nueva crisis. Gente corriendo en círculos. Un jardín y una conversación sobre Rupaul acabaría esa noche. Aquella noche que nunca olvidaríamos... como desvirtualizar a alguien de Instagram después de irme de la fiesta. Aquella noche en la que, inocentemente, habíamos marcado nuestro fin. A la mañana siguiente los telediarios abrían con noticias que nunca quisiéramos haber visto… pero que, sospechábamos, que podían suceder. Ahora sólo nos queda volver a reunirnos para conseguir salvar a la humanidad, aunque ellos no lo sepan, nosotros luchamos por todos ellos. Como el Capitán Planeta lo hacia por el medio ambiente aunque para lo que ha servido a toda una generación ¿Puedo tener ya mi Goya a mejor guión original? ¿Me encargáis hacer un reboot de El Arte de Morir + Tuno Negro + Sexy Killer?

Ya sabemos porque Borque ha comprado esta casa.


Andrés, por favor, nunca pierdas ese espíritu de diversión surrealista que te caracteriza y que consigues contagiar a los demás. Gracias por la maldición, la superaremos. Te odiamos un poco pero con cariño. De verdad. Qué amigos más majos tienes. Qué buena gente. Queremos una segunda parte: Borque Horror House: Todavía sabemos que hicisteis aquel domingo

Podéis comprar sus discos, camisetas y condones en su tienda

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