Domingo al atardecer. Andaba caminando por la ciudad Una especie de puerta abierta que daba hacía un paraje digno de La Polinesia Meridional, aunque en versión invernal. Iba camino del autobús para regresar a casa. El chino, no la persona, el local, justo al lado era tentador ¡Y caí! ¡Entré!
Ahí iba yo con mis Doritos comiendo todo feliz, todo gocho, y porque no decirlo, todo cerdo. Engulliendo. Lo que no sé es como no me miraba todo el bus con cara de "Pobrecito, mírale, ha perdido la cabeza", pero en ese momento el bus paró. Eché un ojo, siempre miro cuando sube alguien, y entro él.
Sí, él. Ese hombre que ves y se te cae los calzoncillos al instante y te quieres poner a cuatro patas para dejarte llevar por el amor. Soy un estupendo actor, eso está claro, y no sé como no me han dado un Goya todavía queridos académicos. Un hombre normal, ni cachas ni muy delgado, con sus canas. también en la barba, ojos oscuros, pinta de mala leche, pero de los que las apariencias engañan...
Cogí el Twitter, para evitar ponerme rojo mirándolo, y escribí "Estar comiendo Doritos. Que llegue un maromazo. Temer que los tengas en la barba. Querer morir... en plan drama nivel: canción de La Oreja de Van Gogh"
Hubo varias respuestas: una sonrisa de un chico guapo, un amigo que se reía directamente de mí, otro que pedía una foto del maromo, otro respondió con una foto de perfil del perro de UP. Nos echamos unas risas entre todos los tweets, todos acabaron entrelazados. Cada uno a su rollo. Juegos inocentes que te entretienen.
De vez en cuando miraba al hombre que iba también con su móvil, seguro que tenía el Grindr abierto y estaba ligando con maromos ciclados. Se reía a ratos, seguro que veía cada cosa... y yo mientras a mi rollo, aunque los Doritos estaban bien guardados en la mochila y ya me había atusado la barba como diez veces.
De vez en cuando miraba al hombre que iba también con su móvil, seguro que tenía el Grindr abierto y estaba ligando con maromos ciclados. Se reía a ratos, seguro que veía cada cosa... y yo mientras a mi rollo, aunque los Doritos estaban bien guardados en la mochila y ya me había atusado la barba como diez veces.
"Pues a mí me encantan los Doritos", me respondió el de la foto del perro de UP, y yo me preguntaba ¿Por qué el perro de UP?. De repente el hombre que tenía delante me miró, sonrió y me enseñó su móvil. Su twitter con el perro de UP en la foto de perfil. Se rió.
Entonces comenzó a sonar por los cascos "Esto solamente ocurre cuando estás aquí... junto a mí". Le miré y me reí.
PRECIOSO.
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