Los domingos son esos días que habitualmente, sobre todo por la tarde, dan esa sensación de bajona por aquello que la gente que trabaja de lunes a viernes en horario de oficina ya piensa en que al día siguiente tienen que volver a trabajar pero este pasado domingo fue un placer disfrutar de Carla Morrison dentro del programa de los Veranos de la Villa del Ayuntamiento de Madrid que reparte todo tipo de conciertos por la ciudad. Así iniciamos un movimiento para llegar allí que incluía escuchar conversaciones ajenas, Google Maps y parada a comprar una Desperado en honor a México.
El lugar, aunque un poco retirado, es un sitio bastante apañado con gradas y una parte delantera donde se pusieron unas telas para que la gente se sentara que casi parecía que íbamos a hacer una especie de meditación grupal. Sí, nosotros fuimos de los que nos pusimos allí entre una serie de seguidores acérrimos que estaban deseando con ganas que empezara el concierto que se desarrolló al mismo tiempo que atardecía en la ciudad en medio de aquel gran bosque escondido, cuasi como un lugar secreto para aquellos que no somos de la zona.
Tampoco nos equivocábamos mucho porque cuando llegó la banda de Carla Morrison al escenario, escasos cinco minutos después de la hora oficial, ya transmitieron una seguridad y cercanía, especialmente su bajista que estaba con cara de entusiasmo y se entregó todo el concierto, para arropar la salida de Carla... y ahí fue cuando el escenario se convirtió en el centro, lugar de concentración. Todo sonaba perfecto y si había algún momento que no sucedía enseguida se solucionaba, Carla tiene mucho gancho, feeling y crea una conexión con el público cuando canta pero, también, cuando habla con los allí presentes.
La comunidad de seguidores era importante y, entre estos, vecinos y aquellos que habíamos peregrinados hasta allí el lugar se acabó llenando. Carla, proveniente de México, se encuentra de gira por España con su Amor Supremo (Cósmica Records, 2015), el último disco de estudio, que este año ha editado en versiones desnudas bajo el nombre de Amor Supremo Desnudo (Cósmica Records, 2017) dando un enfoque diferente a cada una de las canciones e incluyendo algunas nuevas.
"En México somos muy intensos" con la dulzura que hablaba lo decía y es que Carla es experta en una serie de canciones donde el desamor se entrelaza con la esperanza y todo con esa gestualidad que tiene ella sobre las tablas. Sus manos y su cuerpo no para de moverse, sutil, elegante y transmitiendo, por momentos tenía la sensación que de sus manos iba saliendo una especie de aura que se iba colando en cada uno de nosotros. Queriendo sentir todo lo que dicen sus canciones.
Entre canciones de su último disco también llegaron del anterior (el primer LP, Déjenme llorar con canciones como al emblemática Hasta la piel), nos contó a los allí presentes que habían conocido en Bilbao la cerveza con limón y que "es la perfección". Dice que fue por "su manager madrileña" (Ulía Moreno que lleva varios años afincada, exitosamente, en México) y desde entonces se han hecho fanáticos de ella. Y nosotros sospecho que de ella también porque no hay lugar para el no tras verla en directo. No hay lugar.
Me quedo con una frase que dijo: "El amor a veces dura un minuto", o una canción, un momento de conexión en una mirada perdida al público o con ese tema que te deja tocado y te llega dentro. Así es ella, la misma que termina el concierto y se para a firmar y hacerse fotos con todo el mundo, y a la que un niño le hizo un dibujo mientras actuaba, cosa que le hizo mucha ilusión
Qué bien perderse entre la enredadera de Carla Morrison, qué bien. Qué gusto, Ains, qué bien...
Si queréis verla en nuestro país aún le quedan tres fechas: El 12 de julio en el Petit Palau en Barcelona, el 13 de julio en el San Miguel Music Explorers en Málaga, 14 de julio en el Festival de la Mar de Músicas en Cartagena.
Fotografías concierto: 6 grados bajo cero
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