27 de abril de 2017

[Aitor Villafranca] "El público va siempre un paso por delante y sigue demandando apuestas personales"


Aitor Villafranca, escritor a la par que científico y activista LGTB dentro del grupo de educación Cogam, nació en Valtierra (Navarra) en 1985 y será en la Biblioteca pública del su tierra natal donde este viernes a las 19:00h. presentará su última novela, Los recuerdos del fénix (Autoeditado, 2016). Un libro donde su protagonista, Gabriel, se sitúa en un mundo futuro donde una extraña plaga se extiende como la pólvora entre los habitantes de la Tierra ¿La resurrección de los muertos vivientes? No, borrando todos los recuerdos de la persona. Aprovecho para charlar con él sobre la memoria, el olvido, la supervivencia... y el complejo mundo de la escritura y su publicación.


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Una canción sobre…
…la pérdida de memoria: Bright Eyes – First day of my life (Que por algo es la canción que aparece citada al inicio de ‘Los recuerdos del fénix’)
…el sentimiento de estar perdido: Tulsa - Oviedo
…la esperanza en el amor: Father John Misty - I love you honey bear
…el final del mundo tal y como lo conocemos: Muse – Apocalypse please
…que identifique a la sociedad actual: Los Planetas - Islamabad
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Aitor Villafranca, es nuestro segundo encuentro. Tras la publicación de Cero llega tu nueva novela, Los recuerdos del fénix, una aventura que transcurre en un mundo postmoderno casi apocalíptico donde se juega con los recuerdos, su pérdida y la supervivencia del ser humano. ¿Cómo comienzas a elaborar una novela tan compleja como ésta?
La verdad es que desde mis primeras obras he estado un poco obsesionado con la memoria, con la forma en la que gestionamos e incluso alteramos nuestros recuerdos. Pero esta historia en particular nació en una noche de insomnio en la que me sentía especialmente feliz. Recuerdo estar escuchando música en la cama, ligeramente borracho, y pensar que era una pena que con el tiempo fuera a olvidar los detalles de aquel día. Esa idea fue creciendo y radicalizándose, hasta que no era sólo yo quien perdía recuerdos, sino toda la sociedad, presa de una plaga que borraba su memoria una y otra vez.
Una vez creado este mundo, el resto de los elementos surgió de manera natural. El protagonista, aferrado a una fotografía y una declaración de amor que no es capaz de recordar si le pertenecen. Las religiones que adoraban el olvido como si fuera una respuesta divina a sus pecados, los gobiernos que convertirían a sus ciudadanos en engranajes automatizados sin memoria, los pequeños grupos de supervivientes...

Es tu tercera referencia tras Zodiaco (2012) y Cero (2013). Tus novelas han ido aumentando poco a poco el número de extensión de páginas, ¿En qué momento te diste cuenta que sería tu obra más extensa hasta la fecha?
En cuanto la novela empezó a tomar forma, sentí la necesidad de explorar el mundo que había creado en su totalidad. Descubrir como serían los distintos habitantes de esa ciudad en ruinas. Cómo intentarían salvar sus recuerdos a través de relatos y memorias colectivas, cómo se relacionarían con sus parejas y familias al no recordarlas, cómo aprovecharían la enfermedad para engañarse a sí mismos, incluso llegando al extremo de comerciar con recuerdos falsos.
Pero además, para mí era fundamental que todo lo que ocurría en ese mundo destruido, las distintas formas en la que los personajes se enfrentaban a la plaga, estuviera relacionado con nuestras propias experiencias actuales a la hora de enfrentarnos a la memoria y a los cambios en nuestras vidas. Para ello, decidí alternar la trama principal con capítulos en los que se cuentan los recuerdos perdidos por el protagonista. Todas las vidas anteriores que, aunque no sea capaz de recordar, siguen empujándole y afectando a su camino.
Al final, entre el desarrollo de la acción y la intriga, y las exploraciones sociales y emocionales, tenía claro que no iba a ser una obra corta... ¡pero jamás imaginé que llegaría a ocupar casi 600 páginas!

Los personajes se enfrentan a situaciones límite en la que tienen que aprender a llevar situaciones complejas pudiendo elegir entre varias opciones, ¿Fue complicado meterse en la psique de cada uno de los personajes?
La verdad es que uno de los mayores retos a la hora de escribir una novela como ésta es crear todo el abanico de personajes secundarios. Hay al menos una docena de personajes con peso significativo en la trama, y para mí era importante que cada uno tuviera una forma particular de expresarse y de entender el mundo y el olvido, una voz propia en la que desapareciera la del autor. No fue sencillo, pero el resultado fue muy gratificante, porque me permitió explorar los temas de la novela desde muchos más ángulos y hacer las tramas mucho más entretenidas e interesantes.


Según dicen todos los escritores, de una forma u otra, acaban hablando de ellos mismos en sus obras, ¿Cuánto hay de Gabriel en ti y viceversa que puedas confesar?
Jeje, no hay mucho que confesar. Siempre digo que mis novelas no son autobiográficas, pero sí honestas. El núcleo emocional de Gabriel nace de sentimientos que yo mismo he experimentado en algún momento: la búsqueda de sentido, la felicidad de las noches etílicas en las que sientes que has encontrado tu sitio, el reto de gestionar los recuerdos felices de una relación que acaba de terminar... Pero una vez creado ese germen, lo que crece a partir de él ya es ficción. Por ejemplo, un pensamiento que en mi vida fue transitorio o irrelevante, puede convertirse en la guía fundamental de un personaje. Al final, excepto por algún pequeño guiño, mi vida mis decisiones habrían sido muy distintas a las de Gabriel.

En ocasiones se escuchan frases de gente diciendo “Ojalá pudiera borrar a esa persona” pero Gabriel se aferra justo a lo contrario, ¿Es mejor olvidar el pasado o tener una referencia para poder aguantar en esta sociedad actual?
Es una pregunta complicada, e incluso los distintos personajes se enfrentan a ella de maneras radicalmente diferentes. Hay quien niega el pasado, quien convive con él, quien se obsesiona hasta el punto de impedirle avanzar... Pero si me preguntas mi opinión personal, lo tengo bastante claro. Creo que somos la suma de nuestros recuerdos, incluso de los doloroso, los falsos, los distorsionados. Borrar a alguien de nuestro pasado sería borrar una parte de nosotros mismos, romper la cadena de causas y consecuencias que nos permite entender quiénes somos. Pero quién sabe. Quizás mi opinión sólo se deba a que he tenido mucha suerte, y la gente que se ha cruzado en mi camino siempre ha hecho que en la balanza pesen más los recuerdos felices.

Tras varios años escribiendo, ¿cómo crees que ha avanzado el mundo editorial? Tras dos libros publicados con una editorial éste le has autoeditado, ¿en qué has notado el cambio? ¿Ha habido diferente proyección?
El mundo editorial es un territorio hostil y tremendamente complicado. Entre la falta de lectores y el pirateo, incluso autores de prestigio terminan con cifras de ventas irrisorias. Como consecuencia, hay pocos beneficios, y las editoriales convencionales publican poco y con miedo.
En esta ocasión fue especialmente frustrante, porque los agentes que se interesaron por ‘Los recuerdos del fénix’ coincidieron en que era una obra interesante, pero que para publicarla en editorial tenía que eliminar todo lo que la hace diferente. Borrar capas, matices y emociones, convertirla en un producto genérico de consumo rápido. Finalmente decidí mantener mi visión y optar por la autopublicación, y no podría estar más feliz con el resultado. En este caso, la recepción del público ha sido muy cálida, y está vendiendo (y gustando) mucho más que mis anteriores trabajos.
Como te digo, no culpo a las editoriales por ese miedo, pero creo que el público va siempre un paso por delante y sigue demandando apuestas personales, lecturas con las que no tenga una sensación de déjà vu.

Los recuerdos del fénix nos puede recordar al renacimiento pero con el aprendizaje de los recuerdos pasados, vividos o ficticios, ¿Todos llevamos un Fénix dentro?
Por supuesto. No hace falta que llegué una plaga para borrar nuestros recuerdos y hacernos empezar de cero. Siempre he tenido la sensación de que cada ciudad, cada novio, cada trabajo, cada grupo de amigos, es una pequeña vida, una reinvención. Distintas versiones de uno mismo buscando su lugar en el mundo, acumulando recuerdos que no sabes si te pertenecen a ti o a otra persona que ocupó tu cuerpo por un tiempo.


Tras varias presentaciones del libro, este viernes lo harás en tu propio pueblo, Valtierra, ¿Qué va a suponer esta presentación?
Pues si te digo la verdad, estoy más nervioso (aún) que en otras presentaciones mucho mayores. Justo antes hablábamos de todas las veces que uno tiene que reinventarse a lo largo de su vida, pero es que la brecha entre mis experiencias de juventud en el pueblo y mi vida actual en Madrid son tan grandes que muchas veces me cuesta conciliarlas. Por suerte, la ginebra siempre ha sido una gran aliada en mis presentaciones, así que espero que esta vez también haga su labor.

La opinión de la novela está siendo muy positiva, ¿Qué crees que es lo que llama más la atención al lector?
Cuando publiqué la novela tenía miedo de que fuera una apuesta demasiado personal, pero precisamente eso ha sido lo que más ha gustado a los lectores. Además me resulta muy bonito ver cómo los pasajes y personajes que más resuenan a cada lector cambian muchísimo de una persona a otra, supongo que dependiendo de sus propias experiencias o de cómo se imaginan ellos enfrentándose a una situación así.
En lo que sí coinciden es en que les sorprende que una novela distópica como ésta desarrolle tanto el plano emocional de los personajes. También suele sorprenderles la forma en la que todos los planos (las distintas vidas olvidadas del protagonista, sus experiencias actuales, las historias que solía escribir) están interrelacionados... pero sobre eso mejor no digo más para no estropear las sorpresas.

Si tu novela fuera trasladada a cine, y para evitar preguntar por quién te gustaría que fuera el director y actores, ¿Cuál sería la frase promocional con la que la venderían y como sería el poster de la peli?
Jaja. He necesitado casi 600 páginas para todo lo que necesitaba contar con esta novela, así que creo que no soy la persona adecuada para condensarlo en un eslogan. Además, seguro que los productores se volvían locos y terminaban poniéndole algún título de esos absurdos como “Olvídate de mí 2: la venganza del fénix” o “Soñando, soñando, triunfé recordando”.



Las fotografías de portada son de Cain Q., con el que ya has trabajado anteriormente, ¿Qué indicaciones le distes? ¿Qué motivó a que la portada fuera de esta manera? ¿Esconde algún guiño-spoiler a lo que se encuentra en su interior?
Desde el principio tuve claro que la portada de ‘Los recuerdos del fénix’ tenía que ser obra suya. Conocí a Coque/Cain Q. en la misma época en la que empezaba a gestarse esta novela, y ha sido uno de mis grandes apoyos durante los cuatro años que tardé en completarla. Cuando le expliqué la idea de la portada, creo que le dije que quería que las polaroids captaran un domingo de resaca con la persona de la que estás enamorado. Que la desnudez no fuera necesariamente sexual, sino un signo de felicidad, de saberse en el sitio adecuado. Y una vez conseguido, quería “arrancar esos recuerdos”, arrojarlos a la calle y borrar de ellos la cara de la persona con la que los había compartido. A pesar de lo abstracto y enrevesado de la explicación, no sólo no me mandó a la mierda, sino que consiguió plasmar la idea y el tono a la perfección. No podría estar más feliz con el resultado.
Y sí, la portada tiene bastantes elementos que cobran importancia al leer la novela, empezando por los brochazos de pintura blanca que cubren hasta la sinopsis del libro, o algunos detalles de las polaroid... pero prefiero que sean los lectores quienes los descubran.

Tanto Los recuerdos del fénix como Cero tienen un trasfondo de negatividad, incredulidad y pesimismo, al menos da esa sensación, ¿Escribir es una manera de vomitar todas las miserias y energías negativas?
Personalmente, no creo que ‘Los recuerdos del fénix’ sea negativa. Obviamente las circunstancias que refleja son muy duras y tiene muchos momentos trágicos, pero para mi era muy importante encontrar focos de esperanza en mitad de todo el caos, destacar esos pequeños momentos de conexión y felicidad cuyo recuerdo es capaz de darnos fuerzas para superar cualquier adversidad.

Aunque sólo han pasado unos meses desde la publicación de Los recuerdos del fénix, ¿Te encuentras ya metido de lleno en alguna nueva historia o todavía no ha llegado la chispa que haga saltar la idea?
La chispa ha llegado, lo que no llega es el tiempo suficiente para desarrollarla. Puedo adelantarte que va a estar ambientada en el espacio, y que el sexo y las relaciones humanas van a seguir siendo elementos importantes... pero todavía pasará bastante tiempo hasta que pueda enseñaros algún adelanto.

Actualicemos tras tu última entrevista, una frase útil para la vida
Veamos... igual suena un poco a libro de autoayuda, pero: “No tengas miedo a ser vulnerable y exponerte. El dolor es momentáneo, pero los recuerdos felices te acompañarán siempre.”

Acaba a lo grande di lo que quieras
Yo soy más de acabar a lo pequeño, así que sólo aprovecharé para darte las gracias a ti por esta entrevista, y a todos los lectores por el apoyo y el cariño que he recibido desde la publicación de ‘Los recuerdos del fénix’.


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Fotografías: Cain Q. 

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