21 de octubre de 2020

[ 'S16', Woodkid de lo épico a una banda sonora de intimismo industrial ]


Siete años han pasado, siete años. Siendo sinceros pensé que Woodkid no haría nunca un segundo disco como tal. Hasta que a finales del año pasado saltaba la noticia que para este 2020 traería el heredero del maravilloso The Golden Age a nuestras manos. Un tiempo en el que, musicalmente, no ha estado parado y durante el cual en cinco años ha ido preparando lo que ahora podemos disfrutar, paladear y dejarnos llevar: S16 (Green United Music, 2020).


Lo primero que destaca es el sonido de las canciones, que parecen jugar en un entorno más industrial, y la evolución de la voz de Yoann Lemoine. Sin perder su sello de identidad ha decidido jugar más en el conjunto de las canciones que el crear una colección de singles. No vamos a encontrar un Run Boy Run o un I love you, sino que vamos a encontrar como si fueran diez piezas del mismo engranaje. Uno que comienza con Goliath, lo primero que conocimos de él.


De nuevo vemos como si fuera una película, In your likeness es quizás una de las canciones que más me destaca tras varias escuchas. Una de mis favoritas del disco que cuenta con un vídeo en el que le vemos en medio del océano, en una plataforma petrolífera (o algo similar), con la sensación de estar perdido en la oscuridad junto a una banda de música. Una de las que considera más personales es Pale Yellow donde habla sobre las adicciones, que hay de todo tipo y donde deja un mensaje de luz, de esperanza. La aceptación de la debilidad del ser humano, de nosotros mismos como parte de la vida. 
Siguiendo con el tracklist del disco nos encontramos con Enemy que refleja ya en el nombre la figura de un enemigo. Pero esa figura no es externa, no es como la lucha en el clip de Iron, es algo interno. De ahí que la canción acabe con un "The war inside of me". Las continuas peleas, físicas y psíquicas, que podemos vivir a lo largo del día.

 
Quizás la vena más pop, con un montón de elementos en su interior, la encontramos en el estribillo de Highway 27 aunque en este disco ha jugado mucho con el sonido y con su voz, mucho más que en el anterior álbum. Una de las canciones más intensas viene en Reactor donde escuchamos a un coro de niños, el Suginami Junior para ser exactos, cantando durante la canción mientras se habla de una separación en un supuesto imaginario en Júpiter. Una construcción en la que el coro tiene una gran importancia y un impacto en el tramo final. Incluso hay canciones que podrían haber sonado como las anteriores, pero deciden tirar para otros lados: Drawn to you y Shift son dos de ellas. El juego vocal, los ritmos, el contraste... Todo funciona y encaja.




Igual que la sensualidad y sexualidad que despierta So Handsome Hello con una letra que casi no deja lugar a la duda. El deseo, las ganas y la excitación, unido a la necesidad y la absoluta entrega. Parece una entrega que se hace en tiempos de guerra, en la búsqueda de agarrarse a algo que consiga sacarnos de una oscuridad. Aunque en Horizons in the Battlegrounds deja aún más clara esa necesidad, el querer a alguien cuando uno se encuentra herido. El guía que nos lleve por el camino en la batalla. Mientras que el cierre, Minus Sixty One, se hace lleno de dudas sobre la vida, lo que buscamos, lo que queremos.



La importancia del silencio y del choque, la ruptura de la melodía cuando ya se encuentra armónica. En este disco hay muchas canciones en las que se juega con ello, y en esa ruptura existe la propia armonía. El juego de las tonalidades de la voz es mucho mayor, ha avanzado, ha arriesgado y no ha querido caer en los mismo. Una repetición podría haber sido lo peor a nivel personal, aunque bien podría darle una carrera comercial como que Run Boy Run haya sonado en tropecientos anuncios. 

Otro hecho importante es el cambio en la producción, en su debut él era el co-compositor de las canciones pero el único productor de las mismas. En este ha contado con Tanguy Destable como co-productor y también la participación en este aspecto de Ryan Lott y Phazz en algunos de los temas.



Woodkid dice que su salud mental ha tenido subidas y bajadas en este tiempo, quizás quedan reflejadas desde esa portada en la que se abraza a un monstruo salido de la mina. Ese mismo monstruo que estaba en el clip de Goliath y que observa el protagonista, como viendo lo que se puede venir... o aceptándolo.

S16 no es una segunda parte de The Golden Age ni lo busca, es otra joya de esa que hay que disfrutar poco a poco, cogiendo esas letras, sus melodías, descubriendo detalles en cada una de ellas y abrazar esa debilidad. Yo me vuelvo a rendir a sus canciones, a toda la imagen que ha creado alrededor y las composiciones visuales. 

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