Todo en la pandemia no tiene porque ser malo, igual que tampoco que te quedes en el paro. A veces si tienes una buena perspectiva pueden salir cosas interesantes. Dicen que de las crisis es cuando salen las mejores ideas. Algo así debió pensar así la cordobesa, afincada en Madrid, Marina Gómez Marín cuando en junio de 2020 se quedó sin trabajo y decidió darse a la música más allá de la guitarra que tocaba desde años atrás. Con el nombre artístico de Marinita Precaria, acabó creando un pequeño estudio casero en el que tomó forma el que es su primer disco, No me miréis (Elefant Records, 2022). Y puede que tengamos ante nosotros el primer disco que debería aparecer en las listas a finales del año.
La colección de New Adventures in Pop nos ha dejado en los últimos años grandes descubrimientos como el electro pop de Nos Miran, el punk pop de los Fred Fredburguer y el rollazo pop urbano de Chavales, ahora nos trae el debut de Marinita Precaria que nos puede recordar a estupendos debuts como el de Pauline en la Playa (Nada como el Hogar). El concepto de canción pop más relajada pero lleno de intensidad, la definición que hace su discográfica es muy acertada "el pop más emocionante posible, o la tristeza servida dentro de un terrón de azúcar".
Crear un disco en una época de pandemia y sin trabajo podría haber dado lugar a unas estructuras melódicas raja-venas, pero optó por ese pop engañoso de melodías que hacen que ella se convierta en el Flautista de Hamelín y nos lleve por su senda, sin quizás sin ser conscientes en un primer momento de todo lo que hay en su interior. Ya lo había demostrado en los singles editados: Siento Todavía [con videoclip de David Vega y Tomás Martín] -un canto a que todavía queda algo de un amor, aunque con frases como "Esto no es una recaída, es un salto al despeñadero" parece que es algo más que algo-, Celosa [con videoclip de Santi Capuz]-o cuando hay datos evidentes pero no queremos verlo porque estamos más cómodos así: "Baila conmigo, lo que haya alrededor no tiene nada que ver con el amor" y Al Campo [con videoclip de David Vega] -el cambio de hábitos, de una vida más tranquila aunque en buena compañía: "Ven a vivir al campo, no quiero más ciudad, sólo me quita tiempo, aire, vida y dignidad". Aunque también estaba en Siento Todavía como Cara B Tú pa qué que se convirtió en un enamoramiento a la primera escucha, porque ¿Qué sucede cuando alguien se lleva tu corazón y no sientes?: "Miro al caos sin inmutarme, es que vaya cruz era tanta empatía".
Al llegar el disco al completo, bajo el curioso título de No me miréis, nos siguió descubriendo más canciones. Exactamente cinco que hacen completar este trabajo de 9 canciones: Una Montaña, cuando caminar con un peso en el interior se hace sencillo ("Una montaña en el pecho y caminas igual"); Espatifilo, cuando nuestras relaciones son breves, aunque sea para tratar de cuidar una planta y de repente hay cosas que duran mucho más ("Y quién nos lo iba a decir, todo fue verdad"), Breve momento de voluntad me ha recordado a esos momentos que intentas salir de casa pero tu mente hace todo lo posible para que no lo hagas ("Por un instante y ante semejante percal había pensado, Lo mejor sería salir a pasear y luego me ha atrapado, he desaprovechado, breve momento de voluntad"). Aunque quizás la mejor representación de toda una época la encontramos en Todos tristes que tiene momentos de lucidez y optimismo cuando dice "Nada que no pueda remediarse, esto se arregla en un verano. Si hablas yo te creo, y te quedas en calidad de invitado". El final del disco viene con Letra de niña y la negación de la muerte, o al menos apartarla durante mucho tiempo con todo tipo de excusas para que no le pille: "Yo bajaba la basura justo cuando vino a verme, me dejó una nota en la ranura".
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