A Gerard Civat le conocí porque formaba parte de uno de esos grupos de pop que el tiempo pondrá en su lugar, como a otra buena parte del panorama nacional, llamado Megaafonía y por sus labores de producción y teclados en Cola Jet Set*. Gracias a algún que otro artículo, o muchos rollo fan, que había hecho de ambos grupos, o verles en directos como el que dieron en Madrid la noche de la emisión del capítulo final de Física o Química y en el Contempopránea de 2011 la noche de las pinturas a lo Ke$ha decidió mandarme un mail hace ya casi cuatro años hablándome sobre su proyecto más personal -no lo decía así, pero es que queda mucho más intenso de esta forma- que tiraba más por el rock y cantando en catalán: Gerard Civat i els Civiets.
Su primera forma de seducción fue la presentación. Cuando alguien se encarga de mandarte un mail a ti y no en masa, lo lees y te das cuenta que así es ya tiene mi atención para escucharle por lo menos. Y lo hice, afortunadamente. Tirando por la vena rock me encontré con un proyecto bastante diferente a lo que había escuchado y con el plus de ser cantando en catalán. A mí es que el catalán me parece muy sexy, y no hablo sólo de sexy el acento para follar, me parece que melódicamente suena muy bien, tiene rollo y me pone.