"Because nothing ever happens here!"
Hace meses decía que era un mal lector porque era incapaz de leer un libro que no me enganchara, ahora bien, he cambiado el chip y creo que eso es de buen lector. No merece perder el tiempo en un libro que no te apasiona. El que os presento ha conseguido llegarme al corazón.
Reykjavík línea 11 (Editorial Egales, 2012) de Raúl Portero llega de una manera bastante curiosa a mis manos, por los buenos enlaces de la vida y lo cojo con ganas gracias a un argumento atrayente: Si nuestro yo de hace unos años pudiera ver cómo somos en la actualidad, qué hemos hecho, vivido y con quién, se sorprendería.
Reykjavík es un protagonista más de la historia, como Arnau (un español) o Einar (un islandés), por medio de sus páginas vamos a enamorarnos de una ciudad en la que no hemos estado y que, de primeras, no parece que sea la más interesante del planeta, pero en sus páginas recorremos lugares, gentes, actitudes... que te van atrapando, enganchando, creando una curiosidad por conocerlo todo. No me extraña todo el mundo que he conocido que han estado allí, que son bastantes, han vuelto encantados y con ganas de regresar.
En la presentación que hizo su autor en el festival Días Nórdicos, junto a Juanma Carrillo y Saida Benzal (director y prota de la peli Islandia que andan preparando), decía que no quería que el libro se convirtiera en una guía de viajes, que ya había muy buenas, y que si el libro hace mucha referencia a bares y beber es porque es parte de su vida diaria en la ciudad. Creo que los que estuvimos viendo la presentación, vemos el espíritu que hay de él en el libro: es un viaje por la ciudad sin ser una guía y descubrimos como es el modo de vida de los islandeses.
Mientras nos perdemos por las calles de la capital islandesa en sus páginas también vivimos una historia de dos personas que quieren dejar atrás su pasado, pero que parece que les cuesta afrontar el presente por todo ese peso que llevan detrás. Podría haber sido un momento muy Lost in Translation, que aunque tiene sus puntos, va más allá de aquella historia en Tokyo.
Podemos de hablar de la casualidad -lo que llega por azar, que no tienes previsto-, a la que creo que después va añadida la causalidad, pero también deja una idea bien clara el libro: la importancia no es el tiempo sino los momentos (¿Recordáis Weekend?) La intensidad y sobre todo lo que nos aportan las personas que llegan a nuestra vida en el tiempo que estén en ella, el aprendizaje, porque de todo se aprende.
Otro punto importante es la sinceridad que se aprecia en todo el libro, la soledad que a veces nos rodea y la sensación de que si estás agusto un "simple" abrazo te hace sentir LA felicidad. Otra importancia, la de los amigos que se vuelven un pilar igual de importante que el de la persona con la que se acuesta, pone a sus amigos en el sitio que tiene que estar: el importante y preferente, no los baja de escalón.
Y la música, las referencias musicales que aparecen desde la primera página de las dedicatorias, o hablar del Airwaves. Además Raúl ya dejó por este blog todo un listado de canciones que podrían ser perfectamente la banda sonora del mismo.
Lo mejor es que podría hablar y escribir mucho sobre lo que me ha hecho sentir el libro, pero creo que con todos estos pequeños apuntes puedo haberos convencido, o no, de leerlo. Yo lo recomiendo como ejercicio de disfrute: para reir, llorar, excitarse, identificarse
Reykjavík Línea 11 va a ser para mi el representante de un buen momento, de esos instantes, del dejarse llevar, del disfrutar, dejar el pasado atrás y no pensar más allá. Una pequeña lección porque, como decía Nena Daconte
Reykjavík es un protagonista más de la historia, como Arnau (un español) o Einar (un islandés), por medio de sus páginas vamos a enamorarnos de una ciudad en la que no hemos estado y que, de primeras, no parece que sea la más interesante del planeta, pero en sus páginas recorremos lugares, gentes, actitudes... que te van atrapando, enganchando, creando una curiosidad por conocerlo todo. No me extraña todo el mundo que he conocido que han estado allí, que son bastantes, han vuelto encantados y con ganas de regresar.
En la presentación que hizo su autor en el festival Días Nórdicos, junto a Juanma Carrillo y Saida Benzal (director y prota de la peli Islandia que andan preparando), decía que no quería que el libro se convirtiera en una guía de viajes, que ya había muy buenas, y que si el libro hace mucha referencia a bares y beber es porque es parte de su vida diaria en la ciudad. Creo que los que estuvimos viendo la presentación, vemos el espíritu que hay de él en el libro: es un viaje por la ciudad sin ser una guía y descubrimos como es el modo de vida de los islandeses.
Mientras nos perdemos por las calles de la capital islandesa en sus páginas también vivimos una historia de dos personas que quieren dejar atrás su pasado, pero que parece que les cuesta afrontar el presente por todo ese peso que llevan detrás. Podría haber sido un momento muy Lost in Translation, que aunque tiene sus puntos, va más allá de aquella historia en Tokyo.
Podemos de hablar de la casualidad -lo que llega por azar, que no tienes previsto-, a la que creo que después va añadida la causalidad, pero también deja una idea bien clara el libro: la importancia no es el tiempo sino los momentos (¿Recordáis Weekend?) La intensidad y sobre todo lo que nos aportan las personas que llegan a nuestra vida en el tiempo que estén en ella, el aprendizaje, porque de todo se aprende.
Otro punto importante es la sinceridad que se aprecia en todo el libro, la soledad que a veces nos rodea y la sensación de que si estás agusto un "simple" abrazo te hace sentir LA felicidad. Otra importancia, la de los amigos que se vuelven un pilar igual de importante que el de la persona con la que se acuesta, pone a sus amigos en el sitio que tiene que estar: el importante y preferente, no los baja de escalón.
Y la música, las referencias musicales que aparecen desde la primera página de las dedicatorias, o hablar del Airwaves. Además Raúl ya dejó por este blog todo un listado de canciones que podrían ser perfectamente la banda sonora del mismo.
Lo mejor es que podría hablar y escribir mucho sobre lo que me ha hecho sentir el libro, pero creo que con todos estos pequeños apuntes puedo haberos convencido, o no, de leerlo. Yo lo recomiendo como ejercicio de disfrute: para reir, llorar, excitarse, identificarse
Reykjavík Línea 11 va a ser para mi el representante de un buen momento, de esos instantes, del dejarse llevar, del disfrutar, dejar el pasado atrás y no pensar más allá. Una pequeña lección porque, como decía Nena Daconte
"Y es que no entiendes que en la vida, princesita,
también hay que aprender a ganar"
((Cuando mueren) las malditas golondrinas - Nena Daconte)
Hay que aprender a ganar... ni más ni menos.
ResponderEliminarY en la vida hay demasiados libros como para leer los que no nos llenan. Así que cuando aparece uno como éste que merece la pena... ¡a devorarlo! :)
Merece muchísimo la pena. Te engancha desde la primera página y te encariñas con los protagonistas con mucha facilidad. Igual que con Reykjavic que forma parte del hilo de la novela.
ResponderEliminarSi es que esa pequegna ciudad....es tan intensa....
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