Llegó el sol. Sin más. De repente se fue el invierno, pasamos de la primavera para acabar directamente en el verano. Días de recorrer la playa, juguetear con la arena y mirar al horizonte mientras llega el atardecer. Tostarse al sol por el paseo marítimo y escuchar canciones que vas sin querer bailando. La gente te mira y sonríe ante tu estado de emoción mientras vas cantando sin darte cuenta de ello.
Eso es parte de la felicidad.